LA EDUCACIÓN: CLAVE PARA EL DESARROLLO SOSTENIBLE
Si bien los procesos de formación se centran en metodologías, herramientas y sistemas comprobados, existen temáticas transversales que permiten mejorar también la calidad educativa desde el abordaje de:
dimensiones éticas, culturales y científica de la educación ambiental; las dinámicas inherentes a los procesos organizacionales; así como, políticas por parte de los gobiernos que permitan la consolidación de líneas de acción para el desarrollo de una educación enmarcada en la sostenibilidad.
David Edwards, Secretario de la Internacional de la Educación (IE – Federación que agrupa docentes en más de 170 países) señala que:

Partiendo de esta premisa, el Objetivo de Desarrollo Sostenible -ODS número 4 señala que a nivel global se debe lograr que cada ciudadano acceda a una educación con calidad y parte de que esto sea posible, depende en buena medida de contar con docentes preparados no solo en lo académico o en el core de sus áreas de desempeño, sino que cuenten con competencias transversales que les hagan ser capaces de ser mejores, contribuyendo al desarrollo sostenible local, nacional y global, en sintonía con la Agenda 2030.
Todo esto, es posible gracias a proyectos pedagógicos que promueven el análisis y la comprensión de los problemas y las potencialidades ambientales locales, regionales y nacionales, generando espacios de participación para implementar soluciones acordes con las dinámicas naturales y socioculturales, desde una óptica de desarrollo sostenible (aprovechamiento de los recursos en el presente, en el marco de una cultura de respeto a la diversidad y a la autonomía, que contemple no solo aspectos económicos sino sociales, culturales, políticos, éticos y estéticos para una gestión sostenible del entorno).
Dichos proyectos tomarán forma en espacios para el desarrollo de estrategias que: por una parte, implican procesos pedagógico-didácticos e interdisciplinarios, cuyo fin es reflexionar críticamente sobre las formas de ver, razonar e interpretar el mundo y las maneras de relacionarse con él, cambiando no solo las visiones, sino las formas de relacionamiento con el ambiente; y por otra parte, implican acciones específicas de participación y de proyección comunitaria.
Como lo hemos señalado antes, además de formar de manera óptima en su saber específico, el docente es el llamado a impactar positivamente en las capacidades de sus estudiantes, y una buena manera de hacerlo es a través de invitaciones sencillas acompañadas de pequeñas reflexiones en temas como:

Finalmente, tengamos en cuenta que una educación con calidad y en sintonía con la sostenibilidad implica formar para que tanto docentes como estudiantes conciban, desde su ser y hacer, que todo lo que enseñan o aprenden debe contribuir a mejorar las siguientes tres dimensiones:


Autor:
DIEGO ARMANDO CASTILLA MARTÍNEZ
EXPERTO EN CONTENIDOS E INVESTIGACIÓN.